amor platonico

El amor platónico, esa teoría filosófica del romance propuesta por Platón

Hablar hoy en día de filósofos como Platón puede ser una auténtica locura, pero para los que han estudiado a fondo la Filosofía y son conscientes de la importancia que tuvieron esos filósofos en sentar las bases de nuestras civilización occidental, entienden perfectamente que Platón siga estando vigente hoy en día, gracias a sus ideas, como el mito de la caverna, que a pesar de tener ya varios siglos sigue siendo igual de aplicable a muchas situaciones actuales, o el propio concepto del amor platónico.

En El Banquete, una de sus obras más conocidas, Platón muestra su idea sobre el Eros o el amor, que como vendría a explicar Sócrates, se refiere al impulso de contemplar la belleza en otra persona, de forma gradual, fijándonos primero en la belleza física y luego en la espiritual, hasta llegar a conectar definitivamente con esa persona, y entender que posee esa belleza que buscamos, la que nos hace llegar mucho más allá en la vida y la que nos impulsa a hacer cosas. Ese concepto del amor platónico dista mucho del que tenemos hoy en día.

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Ese concepto utilizado para referirnos a un amor imposible

Y es que con el tiempo, el uso de la expresión amor platónico se ha desviado de la concepción original de Platón para convertirse en algo bastante diferente y que poco tiene que ver con ese primer concepto. Hoy en día, cuando hablamos de amor platónico hacemos referencia a una relación de amor imposible, normalmente unilateral, en la que una persona ama (o al menos así lo piensa) a otra, creyendo que está fuera de su alcance y por tanto, no atreviéndose a confesar sus sentimientos o a llegar más allá con ella. El amor platónico parte también de la idealización de una persona, algo que sí que está en parte en contacto con la idea de Platón.

El problema de este tipo de amor es que, a pesar de haberlo vendido como algo muy romántico, es una verdadera pérdida de tiempo porque simplemente estamos fantaseando con una persona que pensamos que jamás se fijará en nosotros. Le idealizamos, buscamos la belleza en esa persona, pero la llevamos mucho más allá, en ocasiones otorgándole mejores cualidades de las que tiene. Nos sentimos seguros de esa manera, porque no tenemos que enfrentarnos a un rechazo claro, y podemos seguir fantaseando con lo que ocurriría si se fijara en nosotros, pero sin dar pasos para que eso ocurra.

¿Es posible alcanzar un amor platónico?

Tal y como se entiende el concepto de amor platónico hoy en día, parece complicado que se alcance, puesto que en el caso de hacerlo, ese amor pasaría a ser real y ya no volvería a ser platónico nunca más. Dentro del concepto del amor platónico que se lleva hoy en día se deja fuera todo tipo de consumación de ese amor en la realidad. Es una mera fantasía, algo que tenemos en la imaginación y que querríamos cumplir, pero no nos atrevemos a intentarlo.

Claro que ha habido ocasiones en las que una persona que estaba enamorada platónicamente de otra al final ha entendido que esa otra persona también le correspondía, iniciándose así una relación completa. Pero como decimos, en ese momento de consumación de amor, en el que se alcanza a esa persona a la que hemos idealizado, el amor platónico deja de existir. Esto puede ser peligroso porque no nos enamoramos de una persona por cómo es, sino por cómo la hemos idealizado en nuestra mente.

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La idealización puede hacernos perder la magia

Uno de los problemas que conlleva dejarnos llevar por el amor platónico es idealizar de una manera peligrosa a la otra persona. Al no tener contacto con ella, al amarla simplemente en la distancia, creamos nuestras propias fantasías con respecto a su forma de ser. Evidentemente nos hemos enamorado de su belleza aparente, de la física, pero no conocemos cómo es por dentro, así que hemos de rellenar esos huecos con expectativas que en la mayoría de casos están por las nubes. Y eso hace que al conocer a la persona más a fondo, nos sintamos frustrados.

Y es que la idealización es muy peligrosa cuando se está conociendo a una persona, porque puede que se pierda la magia de esos primeros momentos, simplemente por no entender que esa persona no debe encajar al cien por cien en todo lo que hemos imaginado sobre ella. La magia está en conocernos de verdad, sin tapujos, y no en quedarse a una distancia prudencial imaginando cómo es el otro, sin atrevernos a dar el paso, porque siempre será mucho más perfecto en nuestra mente que en la realidad.

Se debe disfrutar del amor, pese a las cosas malas

El amor puede doler, por supuesto, pero también puede ser algo maravilloso cuando se hace real. Tener un amor platónico, en el que simplemente nos quedamos contemplando desde lejos a la otra persona y nos imaginamos cómo sería estar con ella, puede ser peligroso porque nos hace caer en una espiral de la que es complicado salir, la de quedarnos en ese lugar, aparentemente seguro, y no atrevernos a ir más allá, a tomar cartas en el asunto, a buscar una relación real en la que no tengamos que imaginar el amor, sino vivirlo.

Y es que puede acabar mal, por supuesto, y destrozarnos el corazón, pero es la única manera que tenemos de disfrutar de verdad de las cosas, viviéndolas, no imaginándolas. El amor platónico puede servir para un flechazo, pero no debemos quedarnos ahí, en esa primera visión, sino que tenemos que ir más allá para compartir todo lo que llevamos dentro y demostrar que estamos preparados para amar, incluso aunque nos duela, incluso aunque luego todo salga mal. Valdrá la pena si nos entregamos de verdad al amor real, porque eso nos hará invencibles.