A lo largo de la historia, las diferentes obras creadas por la literatura siempre se han ido etiquetando dentro de numerosos y variopintos géneros. Existen multitud de ellos, y lo cierto es que hay algunos que son como subgrupos de otros, pero es cierto que el género narrativo es seguramente el más importante. La narrativa es esa parte de la escritura en la que se narra una historia, normalmente imaginaria, pero basándose en la realidad. El género narrativo, a su vez, se compone de numerosos subgéneros para todos los gustos. Y más allá está la literatura infantil, que es considerada como un género aparte.
Sin embargo, el género narrativo también es importante a la hora de desarrollar esa literatura infantil, especialmente cuando hablamos de los cuentos, porque estos no dejan de ser al fin y al cabo narraciones de historias, adaptadas eso sí al entendimiento del público infantil. Hay ciertos puntos interesantes que hacen que el género narrativo se adapte a los cuentos infantiles de una forma mucho más concreta, a través de ciertas normas, para conseguir que el público potencial, en este caso los niños, entiendan y asimilen esa historia que estamos contando.
Comunicar y transportar a los lectores a cualquier lugar
La narración de una historia es la forma en la que contamos unos hechos que han ocurrido. Tan simple como eso, pero no tan sencillo, porque a la hora de crear historias, de imaginarlas para luego contralas, debemos adornarlas con ciertos detalles. Debemos también ser capaces de llamar la atención de los lectores y conseguir que se metan dentro de la historia, a través de la narración de los hechos, pero también de la descripción, una de las fórmulas más utilizadas en narrativa para inmiscuir al lector en la historia. En muchos cuentos clásicos, el inicio típico de “érase una vez” se convertía automáticamente en la entrada a ese mundo de cuento y fantasía en el que podía pasar cualquier cosa.
Giros en las historias para entender como un juego
Una narración no puede ser plana porque entonces sería aburrida. Normalmente se entiende que toda buena historia cuenta al menos con tres partes, el germen o introducción, el nudo o desarrollo y el final o desenlace. En cada una de esas partes ocurrirán muchas cosas, pero es evidente que debemos darle esos giros a la historia, giros especiales que hagan que el lector mantenga su atención sobre nuestro libro, en el que siempre estén pasando cosas, y que se lo tome como un juego divertido, incluso imaginándose qué ser lo siguiente que puede ocurrir antes de leerlo. Es algo que atrapa bastante a los lectores más jóvenes.
Hazañas diferentes con una estructura similar
Buena parte de los cuentos clásicos tienen una estructura bastante marcada, aunque cuentan historias diferentes. En la mayoría de ellos, el protagonista suele ser un niño o un joven, salvo en las fábulas donde los animales son protagonistas. Estos jóvenes, normalmente de origen humilde, cumplen con una hazaña y recorren ese “camino del héroe”, la transformación en esa persona que deben llegar a ser, dejando atrás su pasado y en muchos casos, también su infancia. Podemos encontrar esta misma estructura en casi todos los cuentos clásicos, y hoy en día se sigue utilizando para escribir los nuevos cuentos infantiles que las editoriales publican.
La narración posibilita la interacción entre niños y adultos
Y es que una de las formas de contar los cuentos siempre ha sido la oral, la tradición en la que estas historias se contaban de boca en boca, incluso antes de llegar a estar escritas y recopiladas en diferentes libros o tomos. Lo cierto es que esta narración, la manera en la que se cuentan las cosas, da pie a esa interacción entre niños y adultos, sobre todo con los cuentos infantiles en los que el adulto puede estar leyendo a la vez que el niño, mientras le enseña, utilizando cada cual una voz para cada personaje, por ejemplo, y logrando que el niño se interese por la lectura, empezando en ello como si fuera un juego y disfrutando de cada libro, de cada cuento.
Un género literario que tiene capacidad de sorprender
El género literario de cuento infantil siempre ha sido mirado por los expertos como un género menor, pero sin embargo, es uno de los que más libros vende en las librerías, y a pesar de lo que uno se pueda imaginar, es perfectamente posible sorprendernos y disfrutar, incluso siendo adultos, con este género. Siempre se están haciendo cosas nuevas, y las historias, aunque sean muy parecidas, van cambiando según la propia visión de los autores. Además, los libros suelen venir casi siempre ilustrados, lo que les da un plus con respecto a las novelas “para adultos”.