Irlanda es un país no demasiado grande ni poblado, que siempre ha sufrido guerras, hambrunas y problemas incluso civiles hasta hace bien poco. La situación en la isla no ha sido casi nunca ideal, pero a pesar de ello, o tal vez por eso precisamente, Irlanda ha sido cuna de grandísimos artistas y de novelistas y escritores de talento supremo. Desde James Joyce a Bram Stoker, pasando por el protagonista de nuestro artículo, Oscar Wilde, la isla esmeralda puede presumir de haber dado al mundo a los hombres que alumbraron algunas de las obras más míticas de la literatura universal.
Wilde nació en Dublín y se crió en Irlanda, aunque es cierto que pasó casi toda su vida adulta fuera de la isla, en Londres o en Francia, pero sobre todo en Gran Bretaña, donde se convierte en uno de los más famosos dramaturgos de la época, un personaje que gracias a su ingenio y a su sagacidad enamora a la sociedad victoriana. A pesar de que la mayoría le recuerden por El Retrato de Dorian Gray, Wilde solo escribió aquella novela, y basó su obra primordialmente en el teatro, con dramas muy importantes que obtuvieron gran éxito en su estreno y que siguen siendo hoy muy aclamados.